viernes, 16 de mayo de 2008

Testimonio:

Rodrigo elige un nombre ficticio para dar su testimonio. Aunque sus razones para justificar su adicción al músculo son muy reales: “Hacer ejercicio es sano, sólo busco tener un cuerpo de diez, ser fuerte. No veo que eso tenga nada de malo, aunque a veces haga hasta seis horas de pesas y máquinas”. Trabaja justo encima de un gimnasio, lo que le permite aprovechar sus horas de comida y la cercanía para hacer más y más ejercicio. Además del esfuerzo físico, Rodrigo, de 28 años e informático de profesión, vigila con lupa su dieta, a base de proteínas, suplementos y complementos alimenticios. Reconoce que a veces abandona responsabilidades para satisfacer su obsesión por las pesas.
Todavía no ve en peligro su puesto de trabajo, pero sí su círculo social. Admite que ha dejado de ver a sus amistades, que discute con la familia porque le cuestionan su abuso del gimnasio y que muchas veces se enoja de forma descontrolada cuando su aparato favorito está en reparación.

No hay comentarios.: